La estrategia seguida por nuestros países ha consistido en “aplanar la curva”. Es decir, disminuir la velocidad de transmisión del COVID-19 para no saturar la capacidad de los sistemas de salud, a través de medidas de distanciamiento y aislamiento social, incluyendo cierre de fronteras, restricciones vehiculares y control de la libertad de movimiento de los ciudadanos. Esta estrategia ha probado ser efectiva en cuanto a su impacto en la disminución del número de contagiados, aunque afectando la actividad económica.
“Aplanar la curva” controla la dispersión del virus y evita el colapso del sistema de salud, pero no desaparece al COVID-19, es una medida temporal. Todavía no hay tratamiento, y la vacuna se espera para finales del 2021. La nueva normalidad es convivir con el virus; pues por los costos económicos y sociales de “aplanar la curva” no es una estrategia que se pueda mantener de forma permanente hasta que llegue la cura o la vacuna. En ese sentido el virus va a estar presente en nuestras actividades, y una segunda o tercera ola de contagios es una posibilidad.
Para contener estas olas de contagio la estrategia a seguir consiste en un sistema de monitoreo, en el que con ciertos protocolos, y dependiendo de la evolución de la pandemia, se aplicarán de forma intermitente mecanismos de distanciamiento social ya sean focalizados o generales.
El diseño de esta estrategia de reactivación económica debe realizarse por etapas y de forma secuencial, considerando criterios de salud, geográficos, impacto social y económico. Los dos ejes básicos para la priorización de sectores económicos deben ser el riesgo de contagio y la relevancia económica y social.
Los protocolos a seguir, en general, están considerando los siguientes criterios:
Teletrabajo cuando sea posible
Distanciamiento físico en el lugar de trabajo
Medidas de higiene en los espacios físicos
Recolección diaria de datos de salud (temperatura)
Sistemas de reporte diario
Mecanismos de verificación y cumplimiento
Comunicación con las autoridades de salud
Pero será el monitoreo constante de la evolución de la pandemia el factor dominante en la estrategia de apertura. Un crecimiento acelerado de contagios llevaría un regreso a medidas más restrictivas de distanciamiento social. En ese sentido, la eficacia con la que se puedan implementar los protocolos será determinante para evitar medidas más estrictas y más periodos de distanciamiento social durante la etapa de reactivación económica.
Es de esperar que en esta nueva normalidad haya sectores que puedan adaptarse más fácilmente, mientras que otros tendrán que cambiar la forma en la que trabajan para poder seguir activos. Por ejemplo, mientras que las actividades agrícolas pueden laborar con un nivel de protocolos básicos enfocados en distancia social y medidas sanitarias; las manufacturas tendrán que seguir esas medidas pero también acondicionar el lugar de trabajo y modificar los turnos de producción, de salida, de almuerzo, implementar mecanismos de pruebas COVID-19,
dividir los equipos de trabajo, entre otras acciones.
Las empresas deben tener claro los riesgos de sus actividades y sus lugares de trabajo, identificar que acciones realizar para prevenir y reducir el contagio entre empleados y clientes, mantener medidas sanitarias en todas las operaciones, y generar una dinámica de comunicación y confianza tanto con empleados como con los clientes.
La parte del relacionamiento con los clientes será clave, pues algunos analistas están considerando al menos dos efectos de largo plazo en los comportamientos de los consumidores, primero un incremento en el comercio electrónico, esta pandemia ha hecho que más gente aprenda a comprar bienes básicos desde su casa, en Estados Unidos las órdenes crecieron en un 110%, en Canadá 59%, en México 74%, y en Colombia 147%. creció respecto al año anterior; y en segundo lugar, los consumidores buscarán ambientes limpios y lugares que les garanticen poca probabilidad de contagio, esto afectará principalmente al sector turístico, a los restaurantes y a los bares, habrá turistas que no llegarán a países donde el virus no esté controlado.
Finalmente, estas dinámicas en la nueva normalidad van a requerir de cambios en el comportamiento de las personas, desde ya no saludar con un apretón de manos, hasta usar cubre bocas en las calles, o ver partidos de fútbol con los estadios vacíos y cerrados. Adaptarse a esta nueva normalidad será esencial para recuperar lo perdido en esta “Gran Pausa” o “Gran Encierro” y poder sanar la parte económica y social que se ha afectado. Y aunque algunos aspectos de la nueva normalidad llegaron para quedarse y ofrecen nuevas posibilidades de negocios y bienestar, es claro que el desempeño económico y progreso social de los países dependerá de la eficiencia y disciplina para contener la expansión del virus en sus diferentes olas de contagio minimizando el deterioro en la capacidad productiva de sus economías.
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